Polos opuestos, almas gemelas.

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jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 22: Pruebas.

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Capítulo 22: Pruebas.

(Narra Liam)

Empecé a rebobinar la cinta de todo lo que había pasado como si de una película se tratase. Esta vez tenía a alguien que pudiera confirmar mi caso, Sally y Danielle. Lo primero que hice fue mirar a mi familia y, a pesar de saber que les iba a haer un daño tremendo, les conté todo lo que en el fondo imaginaban desde hacía tiempo. Mientras me escuchaban notaba como sus ojos se humedecían y la mayoría de las veces en las que le confesaba cada cosa que me hacían se tapaban la boca y cerraban los ojos fuerte evitando mirar mis heridas por todo el cuerpo. Era incapaz de mirarles a la cara cuando hablaba, el dolor en sus ojos me estaba destrozando más de lo que ya lo estaba. En las pocas veces en las que les miraba pude ver como mi padre tenía la boca muy tensa y los puños apretados, mis hermanas no me miraban, sólo lloraban en silencio y escuchaban atentamente cada palabra que salía con dolor de mi boca, y mi madre, me tenía las manos cogidas entre las suyas, para darme fuerza, para que, como siempre hace, no olvidara que ella siempre estaba a mi lado.

En cuanto terminé de contarles todo, sin dejarme ningún detalle, corriendo vinieron todos a abrazarme y a darme todas sus fuerzas, apoyo y cariño. No hablaron mucho conmigo, pues corriendo fuimos al instituto para hablarlo con el director, poco a poco esto iba acabando, o al menos eso creía yo...

En cuanto llegamos al instituto, aparcamos y corriendo nos bajamos del coche. Mi padre lo cerró y ante la antenta mirada de todos los que se encontraban a esa hora allí entramos en el instituto. Pedimos permiso para poder entrar a dirección y cuando nos dejaron pasar, entramos. El director nos recibió de mala gana, transmitía aburrimiento y cansancio.

-Quiero que escuche antentamente lo que Liam va a decirle, porque de aquí nos vamos a la policía para poner una denuncia contra varios alumnos -dijo mi padre.
-No se altere, señor Payne, pero para que vea que entiendo su nerviosismo voy a escucharle a usted y a su hija con mucha atención.

Y de nuevo empecé a relatarle desde el principio las cosas que me habían pasado dentro y fuera del centro, con nombres y apellidos de cada uno de los agredores, con fechas, con datos, con nombres de testigos y personas que sabían todo lo que me había ocurrido durante aquellos dos años. En mi voz se notaba como me estaba liberando de una enorme peso, un enorme peso que no me había dejado vivir durante mucho tiempo, era como si al fin pudiera respirar... Mis hermanas lloraban asustadas, y mis padres intentaban no llorar, aunque podía ver como a mi madre se le humedecían los ojos por cada cosa que contaba. Le conté todo al director, igual que lo hice con mis padres, él me escuchaba atento e incrédulo. Cuando me pareció que había terminado con todo, me quedé callado, esperando a que alguien dijese algo.

-Lo que estás diciendo es muy grave... -dijo el director al fin- Este tema es bastante serio como para que sea una broma... Porque no sólo te estás metiendo tu en esto, si no a otras persona, y para eso hace falta tener pruebas que lo puedan justificar.
-¿Crees que es mentira todo lo que ha dicho? -dijo mi padre enfadado.
-No estoy diciendo que es mentira, sólo digo que necesito pruebas, sólo eso. Así que, por ahora, lo tendré en cuenta, pero necesito pruebas.

Mi padre lo fulminó con la mirada, me agarró de la mano y tiró de mi para salir de dirección. El director intentaba pararnos, pero no le escuchamos, salimos del instituto y volvimos a montarnos en el coche. En cuanto mi padre lo puso en funcionamiento nos dirigimos a la comisaría de polícia.

-Vengo a poner una denuncia porque mi hijo ha sido víctima de acoso con amenazas y agresiones por parte de varias compañeros de su clase.

El funcionario que se encontraba a nuestro lado recogiendo todos los datos de las denucias, levantó la cara del papel y nos miró sorprendido. Él comenzó a pedir datos para analizar la denuncia. Dejé que mi padre hablara sólo esta vez con el policía. Agaché mi cabeza suspirando. Pude notar como mi hermana Ruth se acercaba a mi y me abraza fuerte, le devolví el abrazo rompiendo a llorar. Confesarlo era lo que tendría que haber hecho, ¿o no?

(Narra Sally)

A la mañana siguiente mi hermano me llevó al instituto, y era la última vez pues mi padre ya me había comprado el audi a1 en rojo que le pedí cuando me saqué el carnet de conducir. Me despedí de mi hermano y me bajé del coche, entré al jardín y me encontré a Liam que entraba con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón beige y su cabeza agachada. Me acerqué a él un poco preocupada ya que le notaba un poco raro. Me puse a su lado sonriente y le saludé.

-Buenos días, Liam -dije sonriente.
-Buenos días, Sally -dijo él con una sonrisa forzada.
-Te noto raro, ¿ocurre algo?
-No quiero hablar aquí -dijo mirando a nuestro alrededor.
-No puedes dejarme ahora con la intriga. Vamos a saltarnos la primera clase.
-Esta bien -dijo Liam.

Agarré la mano de Liam y salimos corriendo del jardín. Cuando ya estábamos fuera nos dirigimos a una cafetería que había cerca de aquella zona así podríamos desayunar y hablar tranquilamente. Entramos en la cafetería y los dos pedimos café. Cogimos una mesa en la segunda planta, coloqué mi mochila en los pies de la silla y me senté en frente de Liam. Bebí un poco de café y levanté mi cabeza para poder mirarle fijamente.

-¿Qué ha pasado? -pregunté.
-Les he contado a mis padres lo que me pasaba.
-¡¿Lo has hecho?! -grité sin importarme los demás. Liam me puso la mano en la boca- Lo siento.
-No importa -dijo riendo- Sí, lo conté ayer al llegar del almuerzo.
-¿Y qué pasó? No fue tan malo, ¿verdad? ¿Te quitaste un gran peso de encima?
-Sí... Aunque pensé que iba a ser más fácil.
-¿Por qué? ¿No hablaste con el director y denunciaste?
-Sí, sí que lo hice. Pero el director no me creía.
-¿Qué? ¿Cómo que no te cree? ¿No le enseñaste las heridas?
-Sí, pero dice que no hay más pruebas, que no se sabe sin me lo han hecho ellos.
-Pero, ¿qué clase de director es? Liam, has denunciado, ¿no?
-Sí -asintió él varias veces con la cabeza.
-Yo soy testigo, así que hablaré con el director y con quien haga falta.
-No te va a creer, Sally. No hay pruebas...
-Pero, es que no entiendo como que no hay pruebas. Liam, tienes heridas por todas partes, ¿ese cree que te lo has hecho tú? -dije comenzando a ponerme nerviosa. Él me miró triste y se encogió de hombros.

Me levanté de la silla y abracé a Liam con todas mis fuerzas. Iba a hacer lo que fuera por que esto acabara de una vez, los grabaría, buscaría un abogado, lo que fuera. Miré a Liam a los ojos que estaban húmedos, como la mayoría de las veces. Estuvimos un tiempo más hablando y cuando faltaban minutos para que terminara la primera hora, nos dirigimos al instituto. Entramos en la clase y nos encontramos con el director. Le pedimos permiso para entrar y nos sentamos en nuestro sitio. Miré al director con odio, y él no apartó la mirada de Liam. Me senté en mi asiento e intenté entender de que hablaba el director. Él volvió a repetir lo que pasaba, luego entró un hombre a clase con un maletín y un vídeo, que puso en la pequeña televisión que había en la clase. ''BULLYING'' ponía con letras grandes en la pantalla de la televisión.

-Bien, hoy quería venir a hablaros sobre el acoso escolar -dijo el señor mirándonos fijamente a todos.

Miré un segundo a Liam, que comenzó a ponerse nervioso y miró a Colin que lo miraba con odio. Suspiré y noté como mi boca se tensaba. Durante toda la charla no pude dejar de observar a Liam y noté como él observaba con miedo a Colin y al director. Me imaginaba lo peor, y era que con esto Colin podría haber descubrierto que Liam lo había contado, y podía ir a hacerle más daño.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 21: Confesiones.

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Capítulo 21: Confesiones.

(Narra Sally)

Harry me miró un poco preocupado y mi corazón comenzó a latir a mil por hora. La manos me comenzaron a temblar y a sudar, le miraba fijamente, él estaba metido en sus pensamientos, y yo sólo deseaba que no me preguntara el porque, pero era obvio que le había dejado intrigado. Parpadeó varias veces seguidas y me miró fijamente.

-¿Cuando estabas en rehabilitación? -dijo extrañado.
-Sí... -dije mirando al suelo.
-¿Por qué estabas en rehabilitación?
-Harry, yo...
-Me estás preocupando, Sally -dijo agarrándome de las manos- Cuéntamelo, por favor, confía en mi. Haré lo que sea por ayudarte.
-Estuve en rehabilitación ocho meses...
-Pero, ¿por qué?
-Dejé de comer cuando comencé la secundaria, y comenzó con una simple anemia, que se me curó en un año aproximadamente, pero un tiempo después lo que comía corriendo iba a vomitarlo... Y estuve en rehabilitación recuperándome, pero ahora todo me da asco.
-Eras bulímica... -dijo Harry llevándose las manos a la boca- Sally, ¿por qué lo hiciste?

Agaché mi cabeza y cerré mis ojos para no volver a llorar, pero noté como mis ojos se humedecían. Harry volvió a agarrarme las manos y me agarró del mentón para que le mirara fijamente a sus ojos verdes. Parpadeé varias veces dejando que las lágrimas bajaran despacio por mis mejillas rojas. Él con su dedo limpió las lágrimas, suspiré y comencé a hablar.

-Todo comenzó en tercero de primaria cuando un chico llegó nuevo a clase... Él vio que yo no tenía amigos, que siempre estaba sola, que era la más fea y gorda de clase y comenzó a insultarme todos los días, dejándome en ridículo delante de todo el mundo. Los demás le reían la gracia y poco a poco se fueron uniendo a él más y más gente. Puso a toda la clase en mi contra, y a los que no los amenazaba diciendo que como dijeran algo los próximos en pasarlo mal iban a ser ellos... Eran cinco chicos y una chica, que hasta sexto de primaria sólo fueron insultos, pero cuando ya estaba a punto de terminar la primaria me encerraron en el baño dos de los chicos y una chica, e intentaron quitarme la ropa, la chica grababa con un móvil todo lo que hacían, pero no me dejé, les pegaba patadas, pero ellos me devolvían con golpes, comencé a gritar, salieron corriendo y cuando llegaron los profesores ya me encontraba yo sola en el baño llorando... Cuando comenzó la secundaria todos volvieron a estar en mi clase, uno de ellos comenzó a fumar y me apagaba los cigarrillos en el brazo dejándome quemaduras -dije mientras me levantaba las mangas para enseñarle las quemaduras- luego, me encerraban en los baños y me pegaban, me dejaban heridas y moretones por todo el vientre y los brazos, al poco tiempo yo dejé de comer y cogí anemia, que como dije antes al año se me quitó... yo comencé a cortarme -me quité las pulseras de mis muñecas y le enseñé los cortes- me ponían bolsas en la cabeza para que no pudiera respirar... me hacían la vida imposible, me habían hecho tantísimas cosas... Y ahora, por todo lo que me hicieron, soy una persona que no esta agusto consigo misma... Todas las noches tenía pesadillas con ellos, con todo lo que me hacían, y me despertaba gritando y apretando con todas mis fuerzas la almohada y tenían que venir mis padres o mi hermano a despertarme...Y así durante cinco años, pero fue mi culpa, por no decir nada, por tener miedo...

Harry me miraba con los ojos húmedos, y acariciaba mis muñecas despacio, con delicadeza, como si en momento fuera a romperse. Agachó la cabeza y apretó sus puños. Coloqué mi mano en su hombro para tranquilizarlo, él me miro fijamente.

-¿Por qué te callaste todo esto, Sally?
-Por miedo... ellos me amenazaban...
-Pero si lo hubieras dicho todo hubiera acabado, tus padres hablarían con la directora y lo hubieran metido en un centro, hubieran puesto una orden de alejamiento y ellos no te volverían a hacer nada. ¡Sally que han sido cinco años!
-Lo sé... pero ya todo acabó... Aunque sé que eso no se me va a olvidar nunca.
-Pero eso es pasado, ahora tienes que dejarlo pasar... como si no hubiera pasado, normal que nunca lo olvides, pero no pienses más en eso, por favor... Ahora estás en Londres, estás viviendo una vida nueva, con amigos, gente que de verdad te quiere, con tu familia, sé feliz.

Agaché mi cabeza y abracé con todas mis fuerzas a Harry, hundiendo mi cabeza en su pecho. Jamás pensé que nadie, a parte de Liam y mi familia supiera esto, pero Harry hizo que confiara en él, y estaba segura que podía hacerlo, y que él iba a ayudarme en cualquier cosa, en la más absurda y la más importante, pero lo mio ya acabó, ahora faltaba Liam.

(Narra Liam)

Entré en casa después almorzar en Nando's. Cerré la puerta de entrada a mis espaldas y entré en el salón. Estaban todos, mis padres y mis dos hermanas, sería la ocasión perfecta para contarles a mis padres lo que me ocurría. Los saludé con una sonrisa nerviosa y me dirigí corriendo a mi habitación. Lancé la mochila con fuerza al suelo, intentando no hacer mucho ruido y me senté en los pies de la cama tapando mi cara con mis manos. Suspiré y estuve un par de minutos observando a la nada, totalmente metido en mis pensamientos. Escuché como unos pasos se acercaban a mi habitación, me levanté corriendo y me acerqué a la puerta. Mi madre se encontraba tras ella, me acerqué a ella y la abracé fuerte. Hundiendo su cabeza en mi pecho, giré un poco mi cabeza y le di un beso en su pelo rubio. La agarré por los hombros y juntos entramos de nuevo en el salón. Todos veían la televisión, y mis hermanas terminaban de almorzar.

-¿Quieres almorzar? -preguntó mi madre.
-No, mamá, ya almorcé -dije mientras me sentaba en un sillón sonriente.
-Esta bien -sonrió mi madre.

Observaba a la televisión como si estuviera interesado en ésta, pero de nuevo estaba perdido en mis pensamientos, observaba a mis padres, que en silencio escuchaban las noticias, ¿sería el momento indicado para decírselo? Agaché mi cabeza y suspiré. Levanté mi cabeza decidido y comencé a hablar, interrumpiendo a todos.

-Yo quería hablar con ustedes -dije serio.
-¿Qué pasa?

Preguntó mi padre. Esas dos palabras fueron las suficientes para que en mi garganta se formara ese desagradable nudo que no me dejaba hablar, pero esta vez tenía que ser fuerte y no callarme. Tragué saliva y miré a todos que me miraba intrigados y preocupados.

-Sufro bullying en el instituto -dije rápido deseando que lo hubieran entendido y así, no tendría que volver a repetirlo.
-¿Sufres bullying? -preguntó primera mi hermana Ruth mientras dejaba de comer.
-Sí. Sufro bullying desde que nos mudamos a Londres-

Me quité la camiseta y me levanté los pantalones para enseñarles los moretones. Mi madre corriendo se levantó de su asiento y se acercó a mi. Sin poder evitarlo, comencé a llorar, como había estado haciendo durante aquellos dos años. Mi madre me agarró las manos y me besó la cabeza, luego todos se callaron y me pidieron que les explicara. Pude notar como todos estaban nerviosos, y deseaban que comenzaran a comentar todo lo que había vivido. Sólo deseaba que aquella horrorosa pesadilla acabara de una vez.

sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 20: Lo esconde detrás de una sonrisa.

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Capítulo 20: Lo esconde detrás de una sonrisa.

(Narra Sally)

Entré en casa sonriente, pues me lo había pasado genial en el almuerzo, y me encantó ver a Niall, Louis, Eleanor y Ana. Cerré la puerta a mis espaldas y para mi sorpresa mi madre estaba allí. Subí corriendo a mi habitación para soltar la mochila detrás de la puerta y volví a bajar al salón. Entré en la cocina para saludar a mi madre. Me acerqué a ella y le besé la mejilla. De un salto me senté en la mesa detrás de ella.

-¿No trabajas? -pregunté.
-Tengo turno de tarde.
-Ah -dije encogiéndome de hombros.
-Te he hecho pollo -sonrió mi madre- que es de lo poco que te gusta.
-No tengo hambre, mamá.
-¿Has almorzado en el instituto?
-No, hoy ha faltado la de última hora, entonces nos hemos ido.
-Entonces, ¿como que no tienes hambre?
-Es que hemos ido a almorzar a Nando's, que era lo más cerca.
-¿De verdad? El Sábado no cenaste.
-No tenía hambre, mamá, no vayas a empezar -dije saliendo de la cocina.
-Así empezaste cuando dejaste de comer, Sally. Y no quiero que eso vuelva a pasar.
-¡No va a volver a pasar!

Dije gritando. Le miré a los ojos, éstos estaban húmedos. Miré al suelo y cerré mis ojos fuertes para evitar que las lágrimas nublasen mis pupilas. Levanté mi cabeza y volví a mirar sus ojos verdes. Parpadeé varias veces seguidas intentando hablar, pero no me salía la voz, un desagradable nudo se formó en mi garganta impidiéndome hablar.

-Sally, no lo hagas, por favor.
-Es tarde -dije con un hilo de voz- ya todo me da asco -dije rompiendo a llorar.
-Vas a recuperarte -dijo mi madre acercándose a mí.
-¡No! No me voy a recuperar. Llevo así cuatro años, y aún sigo. ¿Cuando? ¡Dime!
-Tienes que poner de tu parte, intenta comer, pero no vuelvas a hacerlo, Sally. ¿Quieres volver al hospital?
-No... -susurré.
-Yo tampoco quiero que vuelvas a rehabilitación. Sé que ahora odias la mayoría de las comidas, pero sólo tú puedes evitarlo.

Miré al suelo, apretando mis puños, dejando que mis lágrimas descendieran una tras otra, dejando la marca de su recorrido por mis mejillas hasta llegar a mi boca con un sabor salado. Suspiré y subí a mi habitación sin decir nada más. Entré en mi habitación y cerré de un portazo. Cogí lo primero que pillé y lo tiré al suelo con fuerza, me tiré en la cama y comencé a llorar, como había estado haciendo durante cincos años. No quería volver al hospital, y como bien decía mi madre sólo yo podía evitarlo, pero no sabía como, por mucho que quería poner de mi parte, ¡no podía! Cada vez que comía algo que no me gustaba, acababa en el baño devolviéndolo todo. Me giré y estuve mirando al techo durante unos minutos. Me levanté corriendo de la cama y miré la hora: 16:57. Escuché como alguien subía las escaleras, suponía que mi madre. Me eché corriendo en la cama y me hice la dormida. Mi madre abrió la puerta y se acercó a mi en silencio, me besó la mejilla y salió de mi habitación, pocos segundos después pude escuchar como se cerraba la puerta de casa. Me levanté de nuevo de la cama y volví a tirar un peluche al suelo, aunque esta vez sin fuerza, y me encerré en el baño. Me miré en el espejo, estaba horrorosa; tenía los ojos rojos y ojeras de haber estado llorando. Suspiré y me lavé la cara. Me sequé con una toalla y me fui desnudando poco a poco, pues me apetecía un baño. Llené la bañera hasta arriba, eché espuma me metí y allí estuve unos veinte minutos relajándome y poniendo en orden todos los pensamientos que poco a poco me estaban volviendo loca. Cuando sonó el timbre, miré corriendo a la puerta del baño y me acordé de Harry, pues con todo lo que había pasado me había olvidado completamente de él.

(Narra Harry)

Me despedí de Sally en la puerta de su casa y volví a montarme en el coche. Antes conducir le mandé un mensaje a Zayn diciéndole que estaría en su casa hasta las 17:30. Me despedí de Sally una vez más con la mano y me dirigí a casa de Zayn. Aparqué y abrí la pequeña puerta del jardín, lo crucé y llamé. Zayn a los pocos segundos me abrió. Me miró extrañado, no había leído mi mensaje. Entré sin decirle nada y luego cerró la puerta. Me senté en el sofá, al lado de Ashley.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Zayn riendo.
-No has leído mi mensaje. Es que no quería estar sólo en casa. No os importa, ¿no?
-No -dijeron Zayn y Ashley al unísono.
-¿Vas a ver ahora a Sally? -me preguntó Ashley.
-Sí -sonreí- He quedado para hacer deberes.
-No me lo creo -dijo Zayn saliendo de la cocina con bebidas para los tres.
-Sí, dije que iba a cambiar, y si voy a hacer deberes con ella mejor.
-Me gusta este nuevo Harry -dijo Zayn.
-A mi también -dijo Ashley antes de beber su coca cola.
-El Miércoles vamos a ir a su pueblo.
-¿Para qué?
-Quiere ir a hospital para visitar a algunas personas, pero no es familia.

Zayn y Ashley me miraron un poco extrañados, igual me quedé yo cuando ella me lo dijo. ¿Por qué en un hospital? Obviamente me encantaría acompañarla y conocer a aquellas personas. Aunque me tenía muy intrigado, así que pensé en preguntarle cuando fuera a su casa. Las dos horas y media que estuve con Zayn y Ashley la verdad es que me pasó bastante rápido, por eso mismo no quería ir a casa, porque el tiempo pasaría muy lento y estaría todo el tiempo pensando en ella, al menos con ellos dos estaba más distraído. Me despedí de ellos y salí de la casa de Zayn, cogí el coche y cuando lo puse en funcionamiento me dirigí a casa de Sally.

Llamé varias veces pero nadie me abría. Me iba a ir cuando escuché mi nombre, me giré y la vi asomarse por la puerta. Sonriente me dirigí a ella y me dejó pasar. Tenía el pelo mojado y la camiseta al revés. Reí y le di un beso en cada mejilla. Ella cerró la puerta y me guió hasta su habitación. Estaba sola. Subimos las escaleras y entramos en su habitación. Cada vez que la veía más me reía.

-¿De qué te ríes? -dijo ella mirándome.
-Tienes puesta la camiseta al revés.

Se miró la camiseta y comenzó a reír. Me miró haciéndose la enfadada y cogió un peluche del suelo para tirármelo, cuando lo hizo se metió en el baño para cambiarse. Cogí el peluche que me tiró y lo coloqué bien en la cama, recogí el libro que había también tirado en el suelo y lo coloqué en la estantería que había al lado de la puerta, imaginaba que se había caído. A los pocos segundos apareció ella con unos vaqueros ajustados, marcando sus finas piernas, y una camiseta que le quedaba ancha, pero me encantaba como le quedaba. Tenía el pelo peinado, aunque un poco alborotado. Me miró sonriente, apagó la luz del vestidor y cogió su mochila. Me dejó unos folios y comenzamos a hacer Matemáticas, que tanto me costaba entender, pues las derivadas no eran lo mío. Ella era bastante paciente, y me lo repetía cada vez que hacía falta, además estaba bastante adorable explicándome matemáticas. No podía mirar al libro, era incapaz, sólo la miraba a ella, estábamos sentados muy cerca el uno del otro, y eso me ponía nervioso y me desconcentraba. Un par de horas después terminamos, ella cerró el libro y yo suspiré, me había costado, pero al final acabé entendiéndolas.

-Yo quería hacerte una pregunta -dije mirándola fijamente.
-Dime.
-¿Por qué quieres ir al hospital el Miércoles?
-Ya te dije que queria visitar a varias personas.
-¿De qué los conoces? -agaché mi cabeza- Si no quieres contestar no pasa nada.
-Los conocí cuando estuve en rehabilitación... Y bueno, hace tiempo que no les veo.

Sonrió. Le miré un poco confuso, ya que noté que su sonrisa fue forzada, y que le dolía pensar en aquello, pero ¿por qué estuvo en rehabilitación? Volví a fijarme en su rostro y su sonrisa desapareció. Estaba seguro que detrás de aquella sonrisa se escondía una larga historia.

martes, 15 de enero de 2013

Capítulo 19: Nuevos amigos.


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Capítulo 19: Nuevos amigos.

(Narra Harry)

Durante el camino al instituto no pude dejar de pensar en el beso de ayer en la noria. Jamás había pensado tanto en un beso, como me pasó con Sally, nunca al besar a una chica cerraba los ojos, nunca sentía nada, esas mariposas, esas cosquillas en el estómago, esas ganas de seguir besándola, de abrazarla y no soltara nunca, jamás había sentido esos extraños sentimientos. Y ahora más que nunca tenía más ganas de verla, nunca pensé en querer venir al instituto, pero sólo era por verla a ella.

Entré en los aparcamientos, y aparqué junto a la moto de Zayn, que se fumaba su cigarrillo apoyado en el asiento. Me bajé del coche y lo cerré, me acerqué a Zayn y me coloqué a su lado. Le iba a quitar el cigarrillo de la boca cuando el me retiró la mano y le dio otra calada. Puse los ojos en blanco y miré por el aparcamiento si veía el coche del hermano de Sally o ella llegaba andando.

-¿Buscas a Sally? -dijo Zayn interrumpiendo mis pensamientos.
-Sí -sonreí.
-¿Me he perdido algo?
-Sí -reí- Ayer fuimos al parque de atracciones.
-¿De verdad que la llevaste al parque de atracciones? Jamás pensé que harías algo así.
-Yo tampoco, y menos que al besarla cerré los ojos y sentí muchas cosas.
-¿La besaste?
-Nos fuimos acercando poco a poco hasta que nos besamos. Fue increíble.
-Te estás enamorando -rió Zayn. También reí, pero nervioso- Ahí llega tu chica -dijo Zayn mientras la observaba. Se acercó sonriente a nosotros.
-Buenos días, chicos.
-Buenos días -dijimos al unísono.

Sally se acercó a Zayn y le quitó el cigarrillo de la boca, lo tiró al suelo y lo piso. Sorprendido comencé a reír. Ashley llegó justo en ese momento. Se acercó a nosotros y nos saludó, luego besó a su novio.

-Buenos días -sonreí.
-Buenas días -dijimos a la vez.
-¿Has fumado, verdad? -dijo Ashley.
-Sí. Sabes que fumo uno al día.
-Zayn, sabes que no me gusta.
-Lo sé, cielo, pero es por los nervios. Sabes que lo estoy intentando dejar.
-Zayn, ¿has desayunado? -preguntó Sally sorprendiéndonos a todos.
-No, ¿por qué?
-Pues como te vea con un cigarrillo sin antes desayunar me enfadaré contigo, es mucho peor.
-¡Zayn! -dijo Ashley haciéndose la enfada.

Comencé a reír señalando a Zayn. El timbre nos interrumpió. Ashley y Zayn se fueron ya a las clases, yo cogí a Sally del brazo y la paré para estar unos metros separados de los otros dos. La cogí con delicadeza del mentón y agaché un poco mi cabeza para darle un beso en la frente. Ella me sonrió y me abrazó. Danielle y Liam llegaron corriendo, pues parece ser que también llegaban tarde. Los dos estaban en mi clase, pero nunca tuve una conversación con ellos. Sally estuvo hablando con ellos de camino a la clase, aunque yo me quedé con ellos.

-Harry, imagino que conoces a Liam y Danielle -dijo Sally mirándome.
-Sí, claro que los conozco -sonreí- Hola.
-Hola -dijeron los otros dos sonrientes al unísono.

Me fijé en la confianza que tenía Sally con Danielle y Liam, podía ver en sus ojos que se encontraba muy cómoda con ellos. Sally pasó su brazo derecho por los hombros de Liam antes de entrar en la clase y estuvieron hablando de algo que no conseguí escuchar. Ambos agacharon la cabeza y entraron en silencio en clase. Nos fuimos a nuestro sitio, aún el de Historia no había llegado. Jane estaba justo al lado de la mesa del profesor con el periódico del instituto en las manos, la verdad es que jamás me había interesado por él, pero ese día tenía curiosidad. Jane levantó la vista del folio y enfadada tiró con fuerza el periódico al suelo. Danielle lo cogió y se acercó a Sally con el en las manos. Me acerqué a ellas dos y lo vi con ellas. Como me imaginaba Sally y yo éramos portada. Ella me miraba un poco preocupada. Apoyé mi mano en su espalda y la acaricié. Ella como estaba sentada llegaba a mi costado, apoyó la cabeza y me abrazó por la cintura. El profesor llegó y cada uno nos fuimos a nuestro sitio, y como todas las horas, fue eterna, excepto la última, que como la de Literatura faltó salimos antes y nos fuimos a almorzar a Nando's, que era lo más cerca que había por aquella zona.

(Narra Louis)

Salí temprano del ensayo, así que decidí llamar a Eleanor para que fuéramos a almorzar a Nando's. Quería saber que tal les fue a estos dos en la cena. Cuando llegué a Nando's Eleanor ya llegó, y estaba sentada en una mesa hablando con Niall y Ana, que no estaban trabajando pues, en ese momento estaba vacío. Me acerqué a ellos tres sonrientes y me senté junto a Eleanor. La besé y escuché como Niall y Ana se quejaban. Eleanor tenía las mejillas rojas, y yo reía. Parecía ser que a Ana y Niall la cena les fue genial, de vez en cuando se miraban y se sonreían. Llevaba casi trece años con Niall y sólo se había enamorado una vez, de una española, bastante guapa la verdad, en sus vacaciones de verano en Marbella, que tantas veces le había dicho que me llevase. Así que para ese verano se me ocurrió ir los cuatro de vacaciones a Marbella.

-Se me ocurrió donde pasar las vacaciones este verano -dije.
-¿Ya estás pensando en las vacaciones de verano, Louis? -rió Ana.
-Sí. Es que siempre quise ir a Marbella, conocer España, la última vez que fui me encantó, estuve en Ibiza, y me lo pasé genial, y me encantaría conocer más. ¿Por qué no vamos este verano a Marbella? Niall ha veraneado mucho por allí.
-Sí, me encantaría -dijeron a la vez las dos chicas.
-Sería perfecto -dijo sonriente Niall.
-¡Chicos, dejen de hablar y a trabajar! -dijo el jefe de Ana y Niall saliendo de su despacho.
-Es insoportable -dijo Ana poniendo los ojos en blanco.

Se levantaron de la mesa y comenzaron a preparar lo que nosotros pedimos. Niall se quejaba, pues nosotros nos estábamos aprovechando. Escuchamos unas risas, nos giramos y vimos a un grupo de estudiantes entrar en Nando's. La última chica llevaba unas gafas de sol puesta, pero aún así me sonaba de algo, hasta que se apartó el pelo de la cara, se colocó las gafas en el pelo y me dejó ver su rostro. Y como pensé, era Sally, amigos, y aquel chico que subió a su habitación. Se sentaron en una mesa del final, pegada a la gran ventana. Ana vino a nuestra mesa y nos dejó la comida. Nos preguntó si aquella chica era Sally, pues ella también la había reconocido.

(Narra Sally)

-¡Vamos, Liam, ven con nosotros! -dije intentando convencerle.
-Liam, vamos a ir todos -sonrió Zayn.
-Te lo vas a pasar bien -dijo Danielle agarrándole del brazo.
-Esta bien -dijo Liam después de unos minutos.

Le abracé sonriente. Me devolvió el abrazo sonriente. Salimos del instituto y los seis juntos nos dirigimos a Nando's. Zayn y Ashley iban los primeros, Danielle y Liam delante nuestra, y Harry y yo los últimos. Durante el camino comenzamos a hablar sobre cualquier tontería que veíamos por la calle. Pero más que nada, me fijé en Liam, pues sonreía, nunca lo ví sonreír así, me alegraba saber que estaba comenzando a hablar con Harry, Zayn y Ashley, pues me encantaría que fueran amigos.

Cuando llegamos a Nando's, para mi sorpresa me encontré con Louis, Eleanor, Niall y Ana, me encataría haberme parado a preguntarle a Ane o Niall que tal le fue la cena, pero les vi muy ocupados y su jefe no paraba de decirle que no se paraban a hablar. Aunque mientras me llegaba los pedidos, si que estuvimos unos minutos hablando con Eleanor y Louis, sobre la idea de pasar las vacaciones de verano en Marbella. Había oído hablar mucho de aquel lugar, pero nunca estuve. Me despedí de Louis y Eleanor cuando Ana nos trajo la comida y me senté con mis amigos, allí estuvimos una hora y media aproximadamente, comiendo y hablando. Me despedí de Harry en la puerta de mi casa, pues quería acompañarme, luego vendría a hacer deberes conmigo. Cuando lo perdí de vista crucé mi jardín y entré en casa, aunque si supiera lo que iba a pasar un tiempo después no querría haber entrado.

viernes, 11 de enero de 2013

Capítulo 18: Como dos piezas de puzzle.


Capítulo 18: Como dos piezas de puzzle.

(Narra Ana)

La película que trajo Niall no estuvo nada mal, me gustó mucho, pero como casi en todas las películas de miedo acabé tapándome los ojos en algunas escenas. Estuve abrazada a Niall casi toda la película. Me sentía protegida, segura, y eso era algo que me encantó. Cuando terminó la película me levanté del sofá y fui a encender la luz. Niall me observaba riendo desde el sofá. Se levantó y cogió su guitarra.

-¿Tienes aquí tu piano? -preguntó.
-Sí, está arriba. Vamos -sonreí subiendo las escaleras.

Niall me seguía sonriente. Subimos las escaleras y entramos en la última habitación del pasillo. Allí tenía el piano que me regalaron cuando tenía catorce años. Sonreí y me senté en el pequeño sillón. Niall se sentó a mi lado y me observaba mientras yo comenzaba a tocar ''Stay'' de Miley Cyrus. Observaba tranquilamente mis dedos moverse y a veces cerraba los ojos unos segundos. Los abrí y me fijé en Niall que tenía los ojos cerrados, los abrió y me fijé que éstos estaban húmedos. Le sonreí y volví a mirar mis manos. Niall estaba apoyado en el piano observándome fijamente, sintiendo la canción. Cuando ya estaba a punto de terminar él cantó el final. Le miré sorprendida cuando terminé y él sonrió tímido.

-Tienes una voz hermosa -sonreí.
-Gracias. Tocas genial el piano. Me has puesto la piel de gallina.
-Gracias. Me alegro de que te haya gustado.
-¿Puedes tocar otra, por favor?
-Claro. Espero que te guste esta.
-Seguro que sí.

Apreté mis puños y volví a colocar mis dedos sobre el teclado. Comencé a tocar ''River Flows in you'' de Yiruma. Esa canción me encantaba, tanto como ''Stay'', eran mis favoritas. Niall me comenzó a observan igual que antes, estaba muy emocionado. Le dediqué una sonrisa mientras me perdía en sus hermosos ojos azules, luego, volví a concentrarme en el piano. Terminé y giré un poco mi cabeza para poder mirarle. El comenzó a aplaudir. Reí, mientras él se levantó del sillón y cogió su guitarra. Me miró y comenzó a tocar ''You're beautiful'' de James Blunt. Esa canción era hermosa, le miraba fijamente, con mi mano apoyada en mi barbilla. Sonreí mientras tocaba y observaba como estaba totalmente metido en la canción. La piel se me erizó, acaricié mi brazo mientras sonreía a lo bajo. En cada estribillo él cantaba, y no me cansaba de escucharlo. Amaba su voz, era hermosa, tenía un talento increíble. Ya lo había oído cantar antes en Nando's pero nunca así, junto a la guitarra. Aquella canción significaba mucho para mi y las lágrimas poco a poco fueron nublando mis pupilas, cosa que evité con una amplia sonrisa. También le aplaudí cuando él terminó. Comenzó a reír y me agarró de la mano para que me sentará entre sus piernas. Estaba sentado detrás de mí, pero la guitarra estaba justo en mi vientre. Él cogió mis manos y comenzó a tocar con ellas, poco a poco salió la canción. Así un par de veces, luego, comenzó a explicar mientras yo lo hacía sola. Giré mi cabeza cuando terminé una parte de canción y nuestras caras quedaron más juntas que nunca. Podía notar su respiración chocando en mi cara, sus labios miraban los míos y rápido subían a mis ojos, lo mismo hacía yo. Él se acercó despacio a mi hasta besar mi frente. Cerré los ojos y sonreí. Siguió explicándome hasta que más o menos lo entendí. Nos levantamos del suelo y nos sentamos de nuevo en el sillón del piano. El quería aprender ''Stay'' así que como él me enseñó a mi a tocar más o menos la guitarra fui explicándole yo a él tocar el piano. Lo hacía bastante bien para ser la primera vez que tocaba, y al poco tiempo ya le salía más o menos. Eran las 22:58 cuando terminamos. Invité a Niall a cenar y él aceptó encantado. Juntos preparamos unas pizzas, aunque mientras las hacíamos hubo una guerra de harina. Cuando ya estábamos manchados enteros de harina, cogí el paquete para que no me echara más, me puse de espaldas y el me abrazó por la cintura intentando quitarme el paquete de harina. Yo reía mientras apretaba la harina hacia mí. Rápido Niall me agarró del brazo mientras reíamos y me giró quedando uno en frente del otro, tan juntos como antes. Y de nuevo, mi mirada se iba a sus labios, luego a sus ojos, y de nuevo a los labios. Nos fuimos acercando cada vez más hasta estar a punto de rozar nuestros labios cuando el sonido del horno nos interrumpió.

(Narra Sarah)

Durante el camino no dejé de pensar en donde me iba a llevar Harry, y la verdad, es que me imaginé cualquier sitio menos el parque de atracciones. Me encantaban, había acertado. En cuanto vi el gran cartel en la entrada me lancé a él, abrazándolo por el cuello mientras enterraba mi cabeza en su pecho. Él despacio pasó sus brazos por mi cintura, con miedo, pues sabía perfectamente que lo odiaba, pero en ese momento, me encantó. Le miré riendo, le besé la mejilla y cogí su mano tirando de él hasta la entrada. Sacó las entradas y nos pusieron una pulsera amarilla en nuestra muñeca derecha para poder montarnos en todas las atracciones sin tener que pagar en cada una. Discutí con Harry, para yo pagar la mía, pero no me dejó. Así que le dije que le iba a pagar el almuerzo, y de nuevo me dijo que no. Puse los ojos en blanco y entramos en el parque. El primero que había por aquella zona era una gran caída libre. Le miré poniéndole ojitos, aunque él me miró asustado. Un par de minutos después conseguí convencerle. Se sentó a mi lado. Mientras subíamos el me miró con miedo, le tendí mi mano y la agarró con fuerza. Llegamos arriba del todo, desde allí podías ver todo el parque de atracciones. Aunque no te daba tiempo a pensar ni a respirar, pues pocos segundos después ya caíamos. Muchos gritaban, incluida yo. Harry gritó, aunque él no lo quería llamar grito. Cerca había una montaña rusa, Harry volvió a negarse con la cabeza, y como vi que salió de la caída libre un poco pálido le dije que no me iba a montar y nos fuéramos a otro. Seguí caminando hasta la noria que había justo al lado, pero antes de acercarme a la cola, pensando que Harry me seguía, me agarró de la mano y corriendo entramos en la cola para la montaña rusa. Le pregunté varias veces si estaba seguro. Y el me decía que si, aunque sabía perfectamente que ni él estaba seguro. Nos montamos, y como antes le cogí de la mano fuerte. Acabó igual que con la caída libre, igual de pálido, así que decidí no más atracciones parecidas. Harry miró la hora: 15:22, así que decidimos ir a cenar a una pizzería de por allí. Aunque yo no tenía mucha hambre, y encima no me gustaba la pizza.

-¿Que te vas a pedir?
-Sólo quiero agua. No tengo hambre.
-¿De verdad? Bueno, puedes pedirte una pequeña.
-No... Es que no me gustan las pizzas.
-¿No te gustan las pizzas? -preguntó sorprendido. Reí ante su reacción, igual que la de todo el mundo.
-No -negué.
-Si quieres podemos ir a otro sitio.
-No. Si no tengo hambre.
-Esta bien, pero si tienes hambre me avisas, ¿sí?

Asentí varias veces seguidas y esperamos hasta que nos atendieran. Unos minutos después nos dieron la pizza y las bebidas y fuimos a buscar sitio. Una del centro estaba vacía y allí nos sentamos. Harry estaba justo en frente mía. Nos sentamos y comenzamos a almorzar.

-¿De verdad que no tienes hambre?
-De verdad que no.
-¿Tampoco te gusta la coca cola?
-Tampoco -reí.
-No he conocido a una chica más rara.
-Todos dicen lo mismo.
-Pero, ¿la has probado?
-¡Claro! Y no, no me gusta.
-Eres la primera que conozco a la que no le gusta la pizza.
-No me gustan muchas cosas. Por ejemplo, las patatas fritas.
-¿Me lo dices en serio?

Asentí riendo. Aunque por dentro me dolía recordar mi asco a la comida, pues todo fue porque comencé a vomitar después de comer hacía unos tres años, desde entonces le cogí un asco a muchas comidas que antes me gustaban. Terminé de beber mi vaso de agua y miraba a la nada, pues no quería mirar mucho la pizza.

-Oye, me encantaría ir el Miércoles a mi pueblo -dije después de recordar todos esos años.
-¿Quieres que te acompañe?
-Sí. Quiero visitar a algunas personas.
-¿Familia?
-No, es en el hospital.
-Pues me encantaría ir -sonrió terminando de beber su coca cola.

Recogimos la mesa y echamos las sobras a la papelera. Salimos de la pizzería y volvimos a acercarnos a la zona donde se encontraban todos las atracciones. Allí pasamos casi toda la tarde, montándonos en uno tras otro. La verdad es que me lo estaba pasando genial, y más si era Harry el que me acompañaba. No era el Harry que conocí, así que era cierto aquello que iba a cambiar. Lo observé mientras caminábamos, y sin darnos cuenta acabamos justo al lado de la noria. Era la única que nos faltaba, así que nos metimos en la cola. Entramos en la cabina y estuvimos girando lentamente. El atardecer se podía ver desde allí. Estaba justo al lado de Harry. Me acerqué a Harry para enseñarle el paisaje desde allí dándole un golpe en el brazo, el se giró rápido quedando a pocos centímetros de mi. Notaba su respiración, y como mi corazón comenzaba a latir a mil por hora. Nos fuimos acercando poco a poco hasta que nuestros labios se juntaron por primera vez, como si nos hubiéramos besado más veces, como dos piezas de puzzle, encajaban perfectamente.

martes, 8 de enero de 2013

Capítulo 17: Chico de las zanahorias.

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Capítulo 17: Chico de las zanahorias.

(Narra Sally)

Apenas dormí durante la noche. A lo mejor dormía media hora, y me despertada sobresaltada. La televisión estuvo toda la noche encendida, y con algo me distraía pero con la hora que era no echaban nada interesante en la televisión. Eran las 09:59 cuando mi madre se despertó. Me miró extrañada y le sonreí dándole los buenos días. Me fijé que ni me quité el vestido que llevé a la fiesta. Me tapé con una manta y seguí viendo la televisión. Cuando mi madre entró en la cocina subí corriendo a mi habitación para darme una ducha y vestirme. Harry vendría a recogerme a las 12:00 para ir a aquella sorpresa. Estaba muy intrigada por saber donde me quería llevar.

A los veinte minutos aproximadamente salí del baño envuelta en una toalla celeste y otra blanca en mi cabeza. Entré en el vestidor y estuve un par de minutos pensando que podría ponerme. Miré el tiempo de Londres por la ventana y estaba nublado aunque no tenía pinta de que comenzara a llover. Me puse unos vaqueros cortos que llegaban un poco más abajo del ombligo, obviamente, debajo me puse unas medias térmicas negras. Me puse una camiseta de tirantes y entré a la habitación de mi hermano para coger una de sus sudaderas. Aún estaba durmiendo, así que en silencio entré y abrí su gran armario, busqué entre todas sus gorras hasta encontrar la que más me gustaba. Era simple, pero siempre me gustó, ponía Atlanta en rojo escrito en el centro. Salí de su habitación y volví a entrar a la mía. Me puse la sudadera y me miré en el gran espejo que había en mi vestidor. Me acerqué al mueble de los zapatos y saqué mis vans rojas. Me las puse y volví a mirarme al espejo. Cuando vi que ya estaba más o menos lista salí del vestidor y entré de nuevo al baño para peinarme. Me cogí una coleta alta y me dejé caer un par de mechones por ambos lados de mi cara. No me maquillé, pues prefería ir natural. Miré la hora: 11:21. Cogí una mochila pequeña y guardé dinero, auriculares, el espejo y un pequeño peine que siempre llevaba encima. El móvil me lo guardé en el bolsillo de la sudadera y las gafas me las coloqué en el pelo. Bajé a la cocina y mientras mi madre terminaba de limpiar el salón me tomaba un vaso de leche fría. Me despedí de mi madre con un beso en la mejilla y salí de mi casa. Me coloqué bien las gafas y cuando cerré la pequeña puerta del jardín me senté en el bordillo. Saqué el móvil del bolsillo y estuve con él hasta que vi una sombra acercarse a mi. Se puso de cuclillas detrás mi y me tapó los ojos. Se acercó a mi oído y me susurró:

-Adivina quien soy.

(Narra Harry)

Me levanté más temprano de lo normal, y sin despertador, algo que jamás hice. Mi hermana seguía durmiendo, y como siempre en el sofá, sin hacer mucho ruido entré en la cocina y me preparé un café con una tostada. Me lo desayuné tranquilamente, pues tenía tiempo de sobra, pero quería que llegaran ya las doce. Así que en cuanto terminé de desayunar subí a mi habitación para comenzar a vestirme. Me puse una camiseta azul marino que tenía un gran '18' dibujado, unos vaqueros oscuros y mis deportivas blancas. Abrí uno de los cajones del armario, saqué un gorro de lana azul y me lo puse. Guardé el móvil y dinero en los bolsillos del pantalón y salí de casa dirigiéndome a la tienda más cercana a la casa de Sally.

El móvil me comenzó a sonar, seguí andando por la tienda, aunque despistado ya que estaba intentando coger el móvil a tiempo. Pero fue imposible, llegué tarde y la persona que me llamaba ya me había colgado. Volví a guardar mi móvil en el bolsillo cuando choqué con alguien. Miré al frente y me encontré a un chico moreno de ojos azules recogiendo muchas zanahorias que se le habían caído al suelo. Me agaché para ayudarle.

-Oops -dije cogiendo las zanahorias.
-¡Hola! -sonrió él.
-Siento haber tirado las zanahorias.
-No importa. Soy Louis -dijo apretando mi mano. Lo miré un poco extrañado.
-Harry -sonreí apretando también su mano.
-Yo a ti te conozco -dijo mirándome fijamente.
-Yo a ti no.
-¡Eres el chico que estuvo en la habitación de Sally el otro día!
-¿Cómo lo sabes?
-Os vi. Además, Sally es mi vecina y amiga mia -sonreí a lo bajo- Cuídala muy bien -dijo señalándome con su dedo índice.
-Lo haré.
-Más te vale. ¡Espero verte pronto! -dijo él antes de marcharse.

Reí ante la actitud de aquel chico, aunque parecía buen chico, y seguí caminando hasta la zona de gominolas, esperaba que a Sally le gustasen, pues a mi me apetecieron. Salí de la tienda y me dirigí a casa de Sally, que estaba cerca de aquella zona. Cuando llegué a su casa había una chica sentada justo en su puerta. Me fui acercando hasta que vi que era ella. Sonreí, me coloqué detrás de ella de cuclillas y me acerqué a su oído.

-Adivina quien soy -susurré.
-Harry -sonrió ella girando la cabeza.
-El mismo -dije ayudándola a levantarse- He traído gominolas, ¿quieres?
-No me apetecen ahora -sonrió.
-Pues entonces vámonos.

Ella me sonrió y juntos caminamos hasta el parque de atracciones. Ella iba en silencio, observando cada zona por donde paseábamos. Yo intentaba no mirarla mucho, pero era imposible no observarla al caminar, ese movimiento de caderas al andar me estaba volviendo más loco de lo que ya estaba. Ella aún no sabía adonde íbamos, era sorpresa. Sólo esperaba que le gustara, pero algo me dijo que sí cuando al ver el parque de atracciones se lanzó a mis brazos.

(Narra Niall)

Llegué a casa de Ana aproximadamente sobre las seis de la tarde. Iba con mi guitarra y una película de miedo en mi mochila. Llamé al timbre y ella sonriente me abrió. Me acerqué a ella y le saludé con un beso en cada mejilla. Me dejó entrar y solté la guitarra en un lado del salón. Saqué la película de miedo y le di a elegir entre verla o la guitarra. Ella me señaló sonriente la película. Me explicó como ponerla en el DVD y ella, mientras fue a preparar unas palomitas. Cuando llegó ella dejó las palomitas en la mesa, cogió un par de mantas y apagó las luces. Se sentó a mi lado y cogió el bol de palomitas. La película comenzó y ella se acercó a mi en cuanto pasaron los primeros veinte minutos. Terminó la película y no me enteré de nada, pues estuve más pendiente de Ana y sus abrazos que de la película. El haber estado abrazo a ella fue, por ahora, lo mejor del día.

domingo, 6 de enero de 2013

Capítulo 16: Acabar de una vez con esta horrible pesadilla.

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Capítulo 16: Acabar de una vez con esta horrible pesadilla.

(Narra Niall)

Terminé de colocarme bien la camisa, cogí dinero, el móvil y las llaves del coche que me prestó Louis, ya que yo tenía el carnet pero no compré mi coche aún, con el dinero que ganaba en nando's me lo iba a comprar, y salí de casa dirigiéndome al coche. Lo puse en funcionamiento y me dirigí a casa de Ana. No me costó mucho trabajo encontrarla, pues estaba cerca de nando's. Lo aparqué en la puerta, me bajé, subí los pocos escalones y llamé al timbre. A los pocos segundos apareció ella con un vestido negro ajustado que cortaba la respiración a cualquiera. Sonreí nervioso.

-Buenas noches, Ana -dije dándole un beso en cada mejilla.
-Buenas noches -sonrió devolviéndome los besos.

La agarré de su mano izquierda y la ayudé a bajar los escalones. Me fijé en sus altos tacones, no sabía como las chicas podían andar con esos zapatos. Le abrí la puerta del coche y cuando ya estaba sentada le cerré la puerta. Rodeé el coche rápido y me senté en mi asiento. Puse el coche en marcha y nos dirigimos a un restaurante de lujo de Londres. La miré de reojo.

-Estás hermosa -sonreí mirándola un instante.
-Gracias -dijo tímida- tú también.
-Gracias -sonreí.

De camino al restaurante no hablamos mucho, estuvimos en silencio la mayoría del tiempo, pero no eran silencios incómodos. Llegamos al restaurante, aparqué cerca de la puerta y rodeé de nuevo el coche para abrirle la puerta a tiempo. Agarré su mano y le ayudé a salir. Cerré el coche y sin soltarnos de la mano entramos en el restaurante. Nos acercamos a una de las mesas de dos que habían en el lado derecho. Le retiré la silla para que ella se sentara y luego me senté yo en frente suya. Un camarero con un paño blanco en su brazo se acercó a nosotros. Sacó un pequeño cuaderno y un bolígrafo negro.

-¿Qué desean tomar? -preguntó mirándonos.
-Yo quiero una coca cola -dijo Ana.
-Sí, yo también.
-Dos. Ahora mismo os lo traigo.
-Gracias -sonreí.

Comentando lo que queríamos pedir para comer estuvimos unos minutos. Yo me decidí por carne de ternera y Ana pescado empanizado con papas a la francesa. El camarero vino con nuestras bebidas y de nuevo en su cuaderno escribió los pedidos.

-Quiero seguir conociéndote -dijo ella apoyando sus brazos en la mesa mirándome fijamente- habláme de ti. El tipo de música que te gusta, películas, cualquier cosa -sonrió.
-Suelo escuchar pop -dije sonriente- aunque también algo de rock. Y películas... Me encantas las de comedia y las románticas. Y las de miedo, pero tengo que estar acompañado -dije haciendo que ella riera- ¿Y tú?
-La verdad es que justo como tú. ¿Sabes? Me encantaría ver una película de miedo contigo.
-A mi también me encantaría -dije sonriente.

El camarero llegó interrumpiéndonos. Cuando se volvió a marchar comenzamos a hablar de cada tontería que se nos pasaba por la cabeza. Comenzamos a hablar de anécdotas. Las de Ana eran buenísimas, era bastante traviesa de pequeña. Durante la cena me había fijado en cada movimiento de ella, cada sonrisa, cada mirada. Pequeñas cosas que alteraban mis sentidos, que poco a poco me gustaba más de ella. Terminamos de cenar y llamé al camarero para pagar. Nos despedimos del camarero y salimos del restaurante. Juntos caminamos hasta el coche, le abrí la puerta y cuando ella se sentó rodeé el coche para sentarme en mi asiento. Lo puse en funcionamiento y nos dirigimos a casa de Ana.

Cerré la puerta de casa apoyando mi cabeza en esta. Me metí la mano en el bolsillo del pantalón tras escuchar mi móvil. Era un mensaje de Ana. ''Gracias por esta noche. Me lo he pasado genial. Espero que volvamos a quedar pronto :)'' ''Yo también me lo he pasado genial. Seguro. Buenas noches xx'' Solté el móvil en la mesa del salón y me senté en el sofá con una sonrisa de oreja a oreja. Ese pequeño mensaje me había alegrado lo que quedaba de día.

(Narra Sally)

Iba junto a Liam camino a mi casa, pues había insistido en acompañarme. Estábamos hablando sobre la fiesta. Estaba algo animado, pero no tanto como me gustaría verle a mi. Aún sabía que no se había liberado del todo, y que seguía teniendo problemas en el instituto. Apoyé mi brazo en su hombro justo cuando llegamos a mi casa. Le pedí que se quedara un tiempo más, así que le pedí que entrara conmigo y nos sentáramos en el balancín de madera del jardín. Él asintió sonriente. Entré en la casa y cogí dos mantas. Una se la di a Liam y juntos nos sentamos en el balancín.

-¿Has decidido hablar ya con tus padres? -pregunté.
-No... Aún no sé si hacerlo.
-Liam, si no se lo dices tú, se lo pienso decir yo.
-No vayas a hacerlo Sally, por favor.
-Si no lo dices no vas a acabar con esta pesadilla nunca.
-Tengo miedo.
-Yo también lo tenía, ¿no tienes miedo cuando te pegan?
-Sí...
-Habla con tus padres, Liam, por favor hazlo.
-Es que no puedo, Sally. Cada vez que voy a hablar con ellos el miedo me vence y... no puedo...
-¿Quieres que lo haga yo? -pregunté agarrándole de las manos.
-No, gracias, prefiero hacerlo yo.
-Pero no lo haces.
-Lo sé...
-Aunque no lo diga yo puedo ayudarte o estar delante cuando lo hagas. Pero hazlo pronto.
-Esta bien.
-¿Me lo prometes? -dije agarrándole del mentón para que me mirara.
-Lo prometo -sonrió.

El me sonrió mientras se acercaba a mi abrazándome fuerte. Hundió su cabeza en mi pelo mientras comenzaba a llorar. Lo entendía perfectamente. Yo lloraba todos los días, y aún lo hacía, no tanto como antes, pero no había día que no me acordase de lo que me hacían, cada noche antes de dormir, cada noche en las pesadillas, cada día en el instituto. Abracé a Liam con fuerza, con ese abrazo quería mostrarle todo mi apoyo, todas mis fuerzas, todo mi cariño.

-Gracias -sonrió limpiándose las lágrimas.
-No se dan. Sé que es muy duro.
-Bastante...
-Pero sé que puedes.
-Eso espero.
-Ya verás, Liam -sonreí.
-Creo que debo irme. Es tarde.
-Vale. Nos vemos el Lunes en clase.
-Adiós -dijo abrazándome de nuevo.
-Adiós.

Le devolví el abrazo y le abrí la pequeña puerta del jardín. Cuando cruzó la calle y dobló la esquina entré en mi casa. Las tripas me sonaron por lo que entré en la cocina para ver si mi madre había dejado comida, y así era. Me acerqué a la encimera y olí la comida. Me tapé la boca y guardé la comida en el frigorífico. Cerré la puerta de este y salí de la cocina. Respiré hondo y me acaricié el estómago. Se me había cortado el apetito, ese asco a la comida había vuelto a mi, hacía un par de meses que mi anemia desapareció. Solté las mantas con fuerza en el suelo y me eché en el sofá. Allí estuve toda la noche observando a la televisión como si le prestara atención hasta que amaneció.

(Narra Ana)

Jodido rayo de sol. Abrí los ojos y parpadeé varias veces seguidas. Volví a echar mi cabeza en la almohada y me froté los ojos con las manos. Me levanté de la cama y arrastrando los pies bajé a la cocina para desayunar. Me preparé el café cuando escuché ruido en la puerta. Me acerqué a esta y la abrí. No había nadie, sólo un ramo de flores en el suelo. Sonriente lo cogí y las olí. Había una pequeña nota que decía: ''Estaré en tu casa a las 18:00. Niall''. Debajo un pequeño corazón y una carita con una sonrisa. Sonriente entré en casa y apoyé mi cabeza en la puerta volviendo a leer la nota que me había dejado Niall en el ramo de flores.

viernes, 4 de enero de 2013

Capítulo 15: Destino.

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Capítulo 15: Destino.

(Narra Sally)

Estábamos varias amigas en casa de Danielle, ya que era el cumpleaños de Amie y habíamos alquilado entre todas una limusina para dar una vuelta por Londres y luego llevarnos al sitio donde se realizaría la fiesta. Saqué mi vestido burdeos de la bolsa y me lo puse mirándome en un de los espejos que tenía Danielle en su habitación. Marie pasó detrás de mi y comenzó a silbar mientras se sentaba en el tocador para maquillarse. Comencé a reír intentando ponerme la cremallera, pero cuando vi que era imposible, le pedí ayuda a Alison que se encontraba justo a mi lado mirándose su hermoso vestido negro. Le di las gracias y me senté en la cama para ponerme mis altos tacones, luego entré en el baño y con el maquillaje de Amber me maquillé, ya que a mi se me olvidó. Cuando terminé de maquillarme cogí el secador, peine y plancha para peinarme. Me sequé el pelo y luego me lo planché, cuando ya estaba liso me hice unos tirabuzones en el flequillo. Cuando ya estaba lista bajé al salón junto con las algunas que ya habían terminado, allí estuvimos unos quince minutos échandonos fotos mientras esperábamos a la limusiona y a Amber y Marie que aún no habían terminado. Cuando la limusiona llegó salimos de la casa y nos montamos en ésta. Al principio estuvimos echándonos fotos y observando por la ventana como todo el mundo miraba, luego, Amber abrió las ventanas para que nos asomáramos, y Amie se asomó en la pequeña que había en el techo, ya que era la cumpleañera. Todo el mundo miraba y algunos saludaban, a lo que nosotras respondíamos riendo.

Después de dar la vuelta por Londres el chófer nos llevó al instituto donde se realizaría la fiesta. Nos despedimos de él y salimos de la limusina ante la antenta mirada de todo el instituto. Nos miraban extrañados y hablando entre ellos, nosotras pasábamos de todos y seguimos andando hasta entrar en la sala de actos. Cuando entramos ya nos separamos, pues algunas se querían ir con sus novios. Danielle y yo buscamos a Liam que estaba sentado en la barra bebiendo, nos acercamos a él. Me puse a su lado cuando noté unas manos apoyadas en mi cintura. Me giré rápido y me encontré con Harry que sonreía ampliamente.

-Dios mio, estás hermosa -dijo mirándome de arriba a abajo.
-Gracias -dije tímida- tú también.
-Lo sé -rió. Puse los ojos en blancos mientras reía- ¿Quieres bailar? Acabo de pedir que pusieran una lenta.
-Claro -sonreí- Chicos, ahora vengo, voy a bailar -dije dirigiéndome a Danielle y Liam.

Harry me cogió de la mano y nos colocamos en el centro de la pista. El colocó sus manos en mi cintura y yo las mias en su cuello enredando mis dedos en su pelo rizado. Estábamos más juntos que nunca, pocos centímetros nos separaban. Centímetros que cada vez eran mejor. Harry giró la cabeza, pues Zayn y Ashley estaban junto a nosotros bailando. Bailamos juntos la música entera. Cuando terminó Harry se acercó a mi oído.

-¿Quieres salir? -gritó debido a la música.
-Sí, me estoy agobiando.
-Vamos a pasear por el jardin.

Harry sonrió y me agarró de nuevo de la mano tirando de mi para intentar salir de la sala de actos mientras apartábamos a todos que bailaban como locos. Salimos y cruzamos los pasillos del instituto ante la atenta mirada de algunos, que nos miraban sorprendidos, pues Harry aún no me había soltado la mano y yo no se la había rechazado.

-¿Puedo? -me preguntó Harry mientras miraba nuestras manos entrelazados sonriendo.
-Claro -sonreí.
-Nos está mirando medio instituto, ¿no te importa?
-¡Para nada! -dije riendo.
-Ahora todas las chicas estarán celosas de ti.
-Eres un creido -dije riendo- No somos nada para que estén celosas.
-Hemos salido agarrados de la mano de la sala de actos. ¿Crees que no nos van a poner de portada en el periódico del instituto? Aunque eso no me importa.
-Lo más seguro. A mi tampoco.
-O a lo mejor los chicos estarán celosos de mi.
-¿De ti? ¿Por qué? Yo no tengo a nadie loco como tú a todas.
-Pero ya quisieran algunos salir contigo agarrado de la mano.
-No creo que lo quieran.
-Pues yo sí. Y sí que tienes a alguien loco en el instituto. No del todo, pero poco a poco los estás volviendo loco.
-Ah, ¿si? ¿Quien?
-Yo -dijo Harry mientras me miraba sonriente.

De nuevo me quedé muda. Sonriendo como una estúpida mientras me perdía otra vez en sus hermosos ojos verdes que me miraba fijamente. Nos sentamos en un banco que se encontraba por allí cerca. Estuvimos hablando sobre la sorpresa que me quería dar Harry el día siguiente. Yo siempre odié las sorpresas, y por mucho que intenté que me le dijera no pude. Hubo un momento en el que nos quedamos callados, aunque sin apartar la mirada el uno del otro. Ambos sonreíamos y nos fuimos acercando más y más hasta llegar a rozar nuestros labios cuando escuchamos una voz que llamaba a Harry. Nos separamos y él se giró para mirar a Zayn que le hacía señales para que entrara con él a la sala de actos y así bailar juntos. Él le dijo que no, pero yo me levanté, y le animé a que se fuera un rato con Zayn, pues yo ya me iba con Liam. Eran las 2:39, demasiado temprano, pero tanto a Liam como a mi no nos gustaban este tipo de fiesta y hablamos de irnos juntos. Liam me esperaba en la puerta del instituto. Yo me despedí de Harry con un beso en la mejilla y me dirigí a Liam, pero antes tuve que girarme varias veces para observar por última vez a ese moreno que poco a poco me iba a conquistar.

(Narra Ana)

Llegué de trabajar, y corriendo me dirigí a casa para comenzar a arreglarme. Entré en casa y luego en la cocina, me eché leche en una taza y subí las escaleras hasta mi habitación. Abrí el armario mientras me terminaba de beber la leche. Solté la taza en el escritorio y saqué el vestido, los tacones, complementos, y todo lo demás encima de la cama. Entré en el baño y me desnudé. Cinco minutos después ya estaba duchada. Salí y me sequé corriendo. Iba tarde, pues Scott se puso hablar conmigo al terminar mi turno, y tan solo tenía media hora. Salí del baño y me acerqué a mi cama para comenzar a arreglarme. Me puse mi vestido negro ajustado de palabra de honor y me cerré la cremallera que se encontraba en el lado derecho. Me senté en la cama y me puse mis tacones altos y entré en el baño para comenzar a peinarme. Me hice un recogido que tantas veces me había hecho mi madre, pero me encantaba. Cogí mi maletín de maquillaje plateado y me senté en el tocador para comenzar a maquillarme. Cuando terminé cambié las cosas de la pequeña maleta que me llevaba a trabajar al bolso que me compré a conjunto con mis tacones. Cerré la puerta de mi habitación y bajé las escaleras cuando escuché el timbre. Llegué al salón y crucé el pasillo para abrir la puerta de entrada. Detrás de esa puerta se encontraba el chico de ojos azules que el destino quiso que volviéramos a vernos.