Capítulo 2: Deseo.
(Narra Niall)
Corriendo me vestí y salí de casa
para dirigirme a la parada de autobús. Iba sacando mi móvil para
mirar la hora cuando tropecé con alguien. Cogí mi iphone que se
había caído al suelo y ayudé a la chica morena a levantarse.
-Lo siento, de verdad -dijo ella antes
de levantar la cabeza haciendo que nuestras miradas se encontrasen
por primera vez.
-N...no, l...lo siento yo...
-tartamudeé- Iba despistado...
-Y yo -rió ella.
-Me llamo Niall -sonreí.
-Ana, encantada -esbozó una sonrisa.
Que hermosa sonrisa.
-Igualmente -el autobús llego. Podría
haber esperado un poco más...- Tengo que irme. Espero que nos
podamos ver pronto -grité mientras me dirigía al autobús.
-Eso espero, por cierto, ¡lindos ojos!
-gritó ella antes de que entrara en el autobús.
Me senté en uno de los asientos del
final donde siempre solía sentarme. Saqué mi iphone y puse 'Always'
de Bon Jovi. Durante todo el camino a nando's no pude sacarme a Ana
de la cabeza, y mucho menos a sus hermosos ojos marrones, mezclados
esta vez con verde. En cuanto el autobús paró, me bajé y me dirigí
a nando's que se encontraba a un par de minutos de aquella zona, y
como siempre, corriendo porque llegaba tarde. Sin aire entré. Saludé
a James y me pusé el uniforme.
-¿Otra vez tarde, Niall? -dijo Scott,
mi jefe.
-Lo siento, no volverá a pasar.
-Como sigas así tendras que buscarte
otro sitio más cerca de tu casa para trabajar, como Jason -dijo mi
jefe mientras entraba en el despacho.
-¿Te vas? -pregunté.
-Sí... Me traslado a Manchester.
-Te voy a echar de menos, tío -dije
abrazándolo.
-Y yo a ti -dijo devolviéndome el
abrazo.
-Ya dejense de abrazos y atiendan que
está llegando gente -dijo Scott mientras salía, de nuevo, de su
despacio y salía de nando's.
(Narra Zayn)
Lancé la pelota a la canasta, y... de
nuevo fallé. Cogí la pelota de baloncesto y la solté en el suelo
sentándome encima. Saqué la caja de cigarrillos y me encendí uno.
Rápido me acordé de mi novia y su odio a los cigarrillos, lo que me
hizo tirarlo al suelo y apagarlo con el pie. Estaba esperando a
Harry, pues decía que quería contarme algo que había pasado en el
instituto, ya que yo aquel día no asistí a clase. De nuevo cogí la
pelota de baloncesto y la lancé, y esta vez, ¡dentro!
-¡Canasta! -escuché gritar a Harry
mientras cerraba su coche.
-Llegas tarde.
-Estaba con Jane...
-¿Cuando vas a dejarla, tio?
-No, si yo no estoy con ella... Solo
estoy con ella para cuando me aburro...
-Estoy deseando que te eches novia.
Pero, de verdad, que te enamores -dije haciendo reír a Harry. Aunque
yo lo decía totalmente en serio.
-No me voy a enamorar, Zayn -dijo Harry
mientras lanzaba la pelota a la canasta. Que tio, a la primera.
-Vas mejorando -reí.
-Ahora soy mejor que tú.
-¡Quisieras! -reí- ¿Qué es lo
querías contarme?
-Hay una nueva chica en clase.
-Espera que adivine... Ya quieres que
pase por tu cama, ¿verdad?
-¿Cómo lo sabes? -dijo quitándome la
pelota.
-Te conozco desde hace años, Harry...
-Es que está buenísima, Zayn. Si la
vieras...
-Como sea otra sin cerebro como Jane,
no tardará mucho.
-¡No! Lo malo es que no es como
Jane... Es una chica dura. Le pedí que si quería venir a casa, ya
sabes, para conocernos mejor -rió- y me sacó el dedo corazón.
Luego cuando me acerqué a ella me evitaba. Pero, tranquilo, que en
una semana seguro que ya ha pasado por mi cama.
-Hasta que mañana no la conozca, no te
puedo decir nada. Pero si a hecho eso... Dudo que lo consigas en una
semana. Ninguna te ignora, o te saca el dedo corazón cuando le pides
que vayan a tu casa -reí.
-Tu duda me ofende... -rió de nuevo
Harry. Paré de jugar y lo miré fijamente- Esta bien, a lo mejor no
tarde una semana, puede que dos. Pero ella, pasará por mi cama,
tarde o temprano lo hará.
(Narra Sally)
En cuanto terminé de cenar me puse el
pijama. Aquella noche hacia calor, era algo muy raro en Londres. Me
puse un pijama corto y salí del vestuario. Abrí las ventanas y como
pude me monté en el tejado. Me senté y me agarré para no caer.
Apoyé mi espalda en mi ventana y desde allí estuve observando los
altos edificios de Londres.
-¡Hola! -escuché gritar. Me agarré
fuerte a mi ventana, intentando no caer.
-¡Dios! ¿¡Siempre me vas a saludar
así!? Casi me caigo -dije mirando fijamente al chico de las
zanahorias.
-Lo siento -rió él mientras se
sentaba en el tejado de su casa- ¿Qué haces ahí sentada?
-Tú también estas igual -dije
cruzándome de brazos.
-Pensé él único que lo hacía.
-No, no lo eres.
-¿Por qué eres tan seca, tan borde?
-preguntó él. Riendo le miré.
-No te importa el porque sea así.
-Cuando una persona es así es porque
algo le ocurre, o le ha ocurrido, y no bueno. ¿O es que no has
tenido un buen día?
-No te importa... -dije agachando la
cabeza.
-¿Ves? Lo sabía. Quiero conocerte
más. Solo sé tu nombre y que no te gustan las zanahorias, bueno un
poco. Yo tengo veinticuatro años, ¿y tú?
-¿En serio tienes veinticuatro años?
-pregunté sorprendida.
-Claro -rió- ¿Cuántos me echabas?
-No sé, unos cinco... -dije haciendo
que él riera a carcajadas. Su risa era muy contagiosa por lo que me
hizo reír a mi también.
-Tienes una sonrisa preciosa, debes
sonreír más a menudo -dijo él mirándome fijamente.
-Gracias -sonreí tímida- Yo tengo
dieciocho años.
-Pareces más pequeña.
-Tú también.
-Eso dicen -dijo mientras se metía una
zanahoria en la boca. ¿Solo comía zanahorias?- Bueno... ¿Me vas a
explicar por qué me has contestado así antes?
-No es nada... Solo un mal día.
-¿Segura?
-Sí. Buenas noches, Louis. Ya
hablaremos.
-Buenas noches, Sally. Descansa -sonreí
antes de entrar en mi habitación.
Cerré las ventanas y eché las
cortinas. Entré en el baño y me lavé los dientes, me cogí un moño
mal echo y me acerqué a la cama. La deshice y me senté. Cogí el
móvil y puse la alarma. Me eché en la cama e intenté dormir. Pero
era imposible. Como casi todas las noches, acabé llorando.